El peligro de abrazarnos hasta parar el mundo y ser un solo corazón, un solo ritmo una sola respiración.
El peligro de querernos vencidos por el sueño y el calor de nuestros cuerpos y ser un solo latido, un solo juego, solo una confusión de brazos, piernas y manos. De fuentes de aromas, de flores y cielos. De horas y días que pesan y pasan.
Abrigás como sol de montaña,
Me parece que estás dormido aunque amanece del otro lado de la ventana y un gato hace las veces de alarma. Me parece que estás soñando con dragones y batallas y tu mueca arrugada se ablanda por fin en una sonrisa que me ilumina la cara.
No sé tu nombre pero sí tus miedos.
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