La ciudad como espacio de ausencia y desencuentros

Alerta de bizarro: cualquier ilusión de encontrar otro que sea un nosotros es ya, a esta altura, peligrosa.

El tumulto irrespirable de la calle florida a las trece de un viernes es tan desgastante como mudarse al octavo sin ascensor. Entre el puesto de florería y la boca del subte hay diez pasos de tres minutos cada uno. Hay tanta gente y una tan sola.
Carlos Pellegrini: paf, hombro derecho, paf intento de manotearte la cartera, paf paf paf paf. De repente tomás conciencia -sin querer queriendo- de que te quedaste estancada en la odisea de encontrar una combinación. “Disculpe no me...”paf “Disculpe no me dice” paf “…no me dice” paf. Mirar, mirar esas sombras negras y rojas que se mueven a velocidad de la luz y tratar, sólo tratar, de parar es –además de imposible- angustiante.



Los hechos
No es noticia ya, que la ciudad está llena de gente, gente que va y viene, que se encuentra, que está con otros, que charla, que baila, que disfruta, pero sola. ¿No es una paradoja disfrutar solo? Estar rodeada de desencuentros, de personas que hablan y no escuchan, que están con otros y están tan solas en su mundo, que es un mundillo adentro de otros, pero tan lejos, y tan solo ¿No es acaso frustrante? Lo es para mí, y más, cuando al desencuentro lo asocio y lo veo estrechamente ligado a la ausencia; como si fuera ésta la que en un punto no me permite encontrarme, en la ciudad, en alguien.



De hecho – y de ilusa- durante mi adolescencia en Villa Devoto me sugerí, y hasta quise convencerme, de que la soledad que me envolvía era parte del barrio. Hoy, aunque con dudas, reflexiono y pienso que tal vez la soledad es aún más profunda y penetrante cuanto menos desolado está el paisaje.

El comienzo
La contradicción imperante de la ciudad multitudinaria se plasma a mi parecer, en la ausencia de contacto, de relaciones- o por lo menos de relaciones que uno espera, porque en la práctica, relaciones hay: muchas son efímeras, y a veces siento que de plástico, evasivas al calor humano como si éste fuese capaz de derretirlas, de derretir esa dureza estúpida que no sé porque hay que tener, de derretir ese fingir tarado de estar siempre apurado para ir a ningún lugar- . La ausencia es también, en ocasiones pocas, un lugar de encuentro con uno mismo; como un extrañamiento casi dirigido que al final termina donde comenzó, en esa tristeza insoportable que agujerea el pecho y hace más penetrante el vacío.

“Por ello el acto de representar mentalmente la montaña presupone su ausencia. En un texto literario solo podemos representar mentalmente lo que no está presente…”
Prof. Irene Klein
Entonces el vacío ficcional- que casi siempre constituye lo interesante del asunto- se llena con una representación. Ahora, el vacío en la ciudad, la ausencia irreparable ¿con qué se llena? El vacío externo debería enseñarnos a llenar los nuestros, pero aún no aprendo.

Lo que sucede
La ciudad se me presenta como un lugar de ausencias, y cuando no, de desencuentros permanentes, rutinarios. En Todo puede suceder localizo construida esa metáfora de la realidad, o más bien, la realidad construida a partir de esa metáfora. No sólo la localizo sino, y es a partir de mi lectura, que también puedo releer la ciudad a través de esta representación ficcional, de esta redescripción de la realidad que en un punto es la mía. En el relato la amenaza latente de un encuentro, que no ocurre, hace a la ciudad; la amenaza latente – y yo la veo frustrante- de llenar la ausencia irreversible de la muerte de un ser querido con un encuentro, es la ciudad.

La descripción con la cual comienza la historia, de una avenida altamente transitada pero tan vacía -algo cuasi imposible, pero que se siente así y está más allá de la lógica intrépida que quiere mandar incluso en la lectura de ficción- es una paz, es un encuentro; es un “no estás solo en esta vorágine de cuerpos que se chocan” es un llenar esa ausencia- aunque de forma pasajera-. Es vislumbrar la ciudad que quiero y saber que también hay otros que la quieren así; es aprender a verla y divisar entre el tumulto los que quieren frenar y encontrar, encontrarse en otros y con otros.

Pablo Ramos nos cuenta, nos deja ver, mostrándonos lo que no está, la ausencia plena, ese echar de menos que los brasileros supieron plasmar en una palabra- saudade- que remite a algo muy fuerte en la mitad del corazón, un sentimiento intraducible. No quiero caer en la estupidez de todo pasado fue mejor, porque si hay algo que tengo es esperanza. Aferrarse a un zapato, a modo de metáfora, porque me falta alguien y sólo eso tengo, su zapato, me conmueve, pero lo que me da esa esperanza es el modo en que el personaje lo deja ir. Eso es crecer, continuar con una ausencia, como piedras en una mochila que voy a cargar siempre, pero cada vez y de a poco dejándolas ir; no a los recuerdos que me fortalecen, sino al vacío pesado que me detiene.

“Estoy nuevamente en casa, tomando mate, secándome, mirando por la ventana del balcón…” Aunque también podría decirse que a pesar de todo sigo “…El zapato no está y es una ausencia extraña. Todo puede suceder y vamos a estar siempre felices y queriéndonos, digo, y escucho la lluvia, que como el perfume de alguien querido y ausente, invade la noche” Como los recuerdos que invaden y también nos ayudan, justamente a seguir.

La trama
Por otro lado, vale explicar que el zapato, un eje de tensión, pueda resultar absurdo, resultar incómodo en la lógica que desgraciadamente nos guía, pero sólo a primera vista, porque al fin y al cabo es una metáfora, a la cual le voy descubriendo sentidos desde mi corto ángulo de visión, desde mi pasado y mis huellas, en una y otra lectura. Y a su vez mis lecturas refiguran el sentido, o más bien, son los sentidos de esta metáfora que en mi lectura forman una nueva semántica. Metáfora también es que el personaje ande por toda la casa, siguiendo su rutina, con el zapato chico puesto, con algo incómodo, que duele, como la ausencia. Porque la ausencia es también eso ¿no? Un zapato que nos queda chico, que nos aprieta los dedos, que nos hace torpe, que nos deja rengo.

Otro objeto, y más que eso un estado, que juega un papel relevante en la trama, y por lo tanto en la construcción semántica, es la lluvia. Creo que de tener que asociar la ausencia, o el desencuentro, a un estado del tiempo mi mente casi sin permiso dibujaría una lluvia torrencial. Digo que tiene una alta importancia porque no está escrito al azar, está creando un clima de angustia, de falta si se quiere, por lo menos en lo que a mi lectura respecta. Como representando el margen, lo gris, que constituye el ambiente, melancólico, donde las cosas suceden; donde además se crea un espacio de reflexión sobre lo que sucede o puede suceder, donde se germina la semilla de la expectativa de no tener más esa ausencia insoportable carcomiéndonos el alma.
“Otro día de lluvia.” “…y escucho la lluvia…” “Ahora llueve...” ¿Y cuándo no?

Lo que puede suceder
Y queda, mientras tanto, aprender a seguir con las ausencias como una cruz a cuestas, y a vivir con la ilusión de poder ver con optimismo el vacío de esta ciudad repleta donde espero también habrá encuentros y días de sol, porque hasta ahora siempre que llovió paró, o eso nos hicieron querer creer.

5 comentarios:

  1. tanto que Ana nunca te ponía buena nota y cuando la pone te da igual! JAJAJ
    merecida agus, merecida.
    yo voy a subir el mío también :p

    ResponderEliminar
  2. me dio igual porque no habia construido ilusiones
    ja

    gracias por lo de merecido,puede sonar poco humilde, la verdad no me importa, pero me d cuenta que la nota no es parametro - de esto hace rato- pero meenos en algo literario

    ResponderEliminar
  3. Agustina la incoformista.

    ¡Hasta rima! jajaja

    Me gustó, igual, lo que replicaste a la Srita. Lucía Joy. Es así, para cosas como estas, habrá tantas notas como personas en el planeta.

    Sin embargo, quizás y por única vez, exista un acuerdo interplanetario al leer tu excelente ensayo. ¡Me encantó!

    Te quiero querida

    ResponderEliminar
  4. gracias latita sardinosaa
    sos hermosa
    (rima CURSI y clicheada)

    te quiero montones
    y no em banco el delay que tenemso via emesen
    jaaa

    ResponderEliminar
  5. Aplaudo de pie!
    (Lo queria leer tranquila en el finde para poder disfrutarlo mejor!)
    Gracias! Es justo los que les quise transmitir el domingo!
    Ahora espero dias de SOL

    ResponderEliminar