“La producción en Diseño supone dos momentos distintos: el
momento del programa de diseño y aquel que lleva el programa a la práctica”[1]. Es
decir, los momentos del pensamiento a la forma y, para eso, hay que tener
cierto dominio. Según Savransky “No se consigue el dominio de la forma mediante
un proceso informativo ni de carácter teórico sino de carácter eminentemente
práctico (…) con la liberación de la capacidad expresiva de modo que la mano
eduque la visión y la visión a la mano.”[2] De modo
que, lo que interviene es el cuerpo, un cuerpo que es, tanto para Merleau Ponty
como para Bourdieu, centro de las prácticas.
Para el filósofo francés el cuerpo como esquema corporal es
un sistema práctico en el cual los órganos están envueltos unos en otros formando
una totalidad más completa. Es un cuerpo vivo que habita el aquí y ahora en un
tiempo-espacio; instituye el sentido en la actualidad. El pasado para Merleau
Ponty se hace en el presente como disponibilidad de lo posible, el sujeto lo
recrea en cada experiencia, es donde toma sentido pero no determina las prácticas
de la situación. El momento presente contiene en su interior el pasado
inmediato y por eso hay una capacidad de anticipar el futuro y de hacer algo
espontáneo por habituado. Así, para este autor, no hay determinación del
programa en el proyecto, sí hay disponibilidades
a las que recurre el cuerpo en tanto interiorizaciones de sentidos posibles y
sí hay una intención que emerge en el
acto del habla y posibilita la invención.
Para Bourdieu, en cambio, las disposiciones adquiridas históricamente condicionan las prácticas y por ende el pasaje al proyecto, donde
no hay creación originaria, algo que sí es posible desde la perspectiva de
Merleau Ponty en tanto los actos pasados solo son un piso para actuar. El
sociólogo, al plantear una práctica como condicionada excluye la posibilidad de
creación poiética exnihilo y, a la vez, considera que las prácticas tienden a
la reproducción de lo ya existente, pero de una forma sistemática, no
mecanicista. Esta reproducción tiene un cierto grado de libertad pero
delimitada por el habitus cuya eficiencia reside en su carácter inconsciente. El
concepto de habitus da cuenta de cómo
el agente como miembro de una clase, perteneciente a un campo, tiene una
estructura interiorizada en el cuerpo que opera más allá de la propia voluntad,
que es estructurante. Este concepto “permite producir un número infinito de
prácticas (…) pero limitadas en su diversidad”[3], es una
limitación, mientras que el habito,
concepto de Merleau Ponty, es una regularidad que permite crear algo nuevo pero
no una norma que regule de manera absoluta la práctica de los cuerpos. Esta
regularidad es una construcción
práctica, es una relación entre percepción y motricidad.
En Merleau Ponty la capacidad de innovación es posible en
tanto el cuerpo, hacedor de las prácticas, tiene un carácter dinámico y
posibilita plantear respuestas inéditas a situaciones nuevas. A la vez, el
esquema corporal tiene la capacidad de sedimentación de un sentido (sin
necesidad de representarlo) generador de un hábito que, al contrario de
definir, potencia la capacidad innovadora.
Así, para cuando para Bourdieu hay un agente (cuerpo objeto) que tiende a repetir prácticasy reproducirlas, para
Merleau Ponty hay un sujeto, que es
más que una mente, es un sujeto-cuerpo que es lo que puede hacer, creador e
instituyente, un “yo puedo”.
Desde la fenomenología Merleau Ponty propone retornar al sujeto
hablante, y al contacto con la lengua que
habla, donde la palabra realiza un
pensamiento que no es nunca anterior ni interior. Se opone de este modo a las
lógicas empiristas e intelectualistas en tanto aceptan un mundo objetivo de
manera tácita. Según el filósofo francés ambas corrientes se sitúan fuera de la
realidad. Mientras que el empirismo absolutiza los hechos observables a partir
de leyes que liguen los fenómenos en la experiencia y explica el objeto desde
una postura exterior; el intelectualismo
parte de una reflexión que considera a priori estructuras mentales. Por eso,
plantea que la fenomenología es el camino en tanto da a las prácticas formas
infinitas de existir y supone un sujeto-cuerpo que obra en la práctica y
constituye así sentido, al contrario del intelectualismo que supone un sujeto
desligado de la experiencia.
Plantea que hay parentesco entre el empirismo o mecanicismo
y el intelectualismo “ya que tanto para la una como para la otra la palabra
(mot) no tiene significación[4]”, es
decir, no tiene sentido “solo el pensamiento tiene sentido y la palabra queda
como una envoltura vacía (…) el lenguaje no es más que una compañía exterior
del pensamiento”[5].
Así explica que en el empirismo no hay nadie que hable, y en el intelectualismo
el sujeto, al contrario de lo que él piensa, no es hablante sino pensante y
postula “Se supera, pues, tanto el intelectualismo como el empirismo, con esta
simple observación: la palabra tiene un
sentido”[6].
El sentido, que es indeterminado, explica, se constituye en la relación intersubjetiva
y se instituye en el cuerpo como unidad, no son órganos amontonados como supone
el empirismo; sin depender de un acto de conciencia a priori como postularía el
intelectualismo, el sentido, se da en el acto mismo de la palabra.
La conciencia, para Merleau Ponty, sería el conjunto de
experiencias acumuladas susceptibles de ser convocadas por el cuerpo en un acto
posterior al de la percepción. Y en Bourdieu el cuerpo tampoco depende de la
conciencia pero el sentido está en el
pasado y se actualiza en la práctica de los agentes donde tiene un peso lo
social y el habitus como condicionantes en el diseño que implican la posibilidad
de anticipar la forma, el sentido. Anticipación que para Merleau Ponty es
indeterminada.
Para este filósofo estamos condenados al sentido en tanto
hay una intencionalidad operante del cuerpo que hace que todo lo que hacemos
significa. En toda práctica motriz actúa esta intencionalidad que es capaz de
intervenir en el mundo sin necesidad de representarse lo espacial: incorpora el
espacio a su esquema corporal, teniéndolo como disponibilidad. El cuerpo no solo
nos sumerge en el mundo sino que también nos permite escapar en tanto tiene la
capacidad de producir virtualmente aquello que no existe. El cuerpo, para
Merleau Ponty, es una potencia de creación de virtualidades que no necesitan
derivar en alguna forma concreta para poder ser comprendidas. Para Bourdieu, en
cambio, no podemos asignarle sentido a prácticas desconocidas.
El sociólogo francés, también plantea diferencias con dos
posturas del conocimiento, en este caso, con el objetivismo y el subjetivismo.
“El objetivismo construye lo social como un espectáculo ofrecido a un
observador que toma «un punto de vista» sobre la acción (…) y las prácticas
sólo son papeles teatrales”[7], pero, para Bourdieu, “los objetos de
conocimiento son construidos y no pasivamente registrados”[8]. Concibe
a la historia como una instancia objetiva que va a condicionar al habitus. Esto
significa que el condicionante de las prácticas, el habitus, plantea una
instancia subjetiva, que sería la inscripción en el cuerpo y, a la vez,
objetiva en tanto es producto de la historia, por lo tanto, propone una
objetividad subjetivada. Así, “se trata de eludir el realismo de la estructura
al cual el objetivismo, momento necesario de la ruptura con la experiencia
primera y de la construcción de las relaciones objetivas, conduce
necesariamente cuando hipostasía
esas relaciones tratándolas como
realidades ya constituidas fuera de la historia del individuo y del grupo, sin
caer no obstante en el subjetivismo, totalmente incapaz de dar cuenta de la
necesidad de lo social: por todo ello, es necesario volver a la práctica, lugar
de la dialéctica (…) de las estructuras y los habitus”. El habitus como el
lenguaje, se hacen cuerpo. Esto quiere decir que las condiciones sociales de
existencia son claves a la hora de la relación del sujeto con el lenguaje.
Entonces, los conceptos de cuerpo que postulan Merleau
Ponty y Bourdieu coinciden en que para que haya sentido no es necesario que
exista una actividad intelectual previa dado que la práctica es la que lo
instituye. Lo que no significa que no la haya. Por eso, para lograr el pasaje de un programa a un
proyecto no es imprescindible representarse antes discursivamente lo que se va
a hacer. Para Bourdieu, dado que el sujeto está supeditado a su habitus, disposiciones duraderas que funcionan como principios
generadores y reguladores, la creación
no será totalmente libre ni original. Para Merleau Ponty, en cambio, en los
sujetos-cuerpos obrantes existe una intencionalidad que actualiza la
disponibilidad y orienta la práctica. Y es por esta razón que no se puede
traducir tal cual el plano verbal al visual porque esto implica una creación, y
una creación también posible y diferente en el cuerpo del receptor “quien habla
no traduce un pensamiento, lo realiza”[9].
Así, la determinación del funcionalismo, o la pretensión de
que se puede determinar el sentido, queda, para estos autores, como una
imposibilidad porque aún Bourdieu, en su condicionamiento, deja un espacio
posible al cambio, admite la transformación de las prácticas en tanto se aleja
de una simple reproduccióna.
[9] Merleau Ponty, Maurice. “El cuerpo como expresión y el habla” en Fenomenologia de la percepción. Fondo de cultura económica (pp.195) mecánic
[3] Bourdieu, Pierre. “Estructuras, habitus, prácticas” en El sentido práctico. Taurus Humanidades (pp.97)
[4] Merleau Ponty, Maurice. “El cuerpo como expresión y el habla” en Fenomenologia de la percepción. Fondo de cultura económica (pp.193)
[6] Ibid
[7] Bourdieu, Pierre. “Estructuras, habitus, prácticas” en El sentido práctico. Taurus Humanidades (pp.91)
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