Hablemos sin saber. Hoy: Imaginarios en torno a las personas que habitan Plaza Flores


INTRODUCCIÓN

En el siguiente trabajo abordaremos los imaginarios y las construcciones de sentido común de comerciantes de Flores en relación a la seguridad y el pasado en torno a la plaza Pueyrredón. El trabajo se desarrolla en el marco de una serie de cerramientos a otras plazas de la zona.
Como puntapié al desarrollo de las entrevistas y a su posterior estudio nos hemos planteado una serie de preguntas que, lejos de cerrar la discusión, buscan abrir el análisis acerca de la construcción del sentido común.
“¿Cómo se piensa la plaza ahora en relación al pasado? y ¿se hace referencia a diferencias entre épocas anteriores y la actualidad en cuanto a la ‘inseguridad’?” Son preguntas que marcaron implícitamente el relato a lo largo de las entrevistas. También tratamos de abordar la temática de la seguridad, en relación a experiencias personales o de allegados, y la incidencia de la agenda mediática en los discursos de los entrevistados. Por último tratamos de vislumbrar el rol que, según los entrevistados le cabe a la policía.


DISEÑO METODOLÓGICO

Para el análisis tomamos como objeto de estudio los imaginarios de sentido común que tienen los comerciantes que trabajan en las cuadras que rodean a la Plaza Pueyrredón, más conocida como Plaza Flores. A partir de seis casos de entrevistas en profundidad, con ocho informantes, buscaremos, a continuación,  establecer a grandes rasgos – porque creemos que ochos casos no representa generalidades-  cómo se conforma la relación otros (ellos)-nosotros,  qué discursos se reproducen y en relación a qué y, cómo se configura el imaginario: en torno a las personas que habitan Plaza Flores y a la plaza como espacio público. La elección de los entrevistados respondió a los tiempos del trabajo y a la predisposición de los comerciantes

MARCO TEÓRICO

El concepto de sentido común de Antonio Gramsci explica que “el sentido común no es una concepción única, idéntica en el tiempo y en el espacio” y que “su rasgo fundamental es el de ser una concepción disgregada, incoherente, inconsecuente, conforme a la posición social y cultural de las multitudes de las que constituye la filosofía”[1]. En relación a las entrevistas vemos presente en todos los casos las incoherencias en lo que se presenta como solución a los problemas planteados en torno a la plaza, o en el rol de la policía, el gobierno y los particulares.  Gramsci continúa diciendo que “en el sentido común predominan los elementos “realistas”, materialistas, es decir, el producto inmediato de las sensaciones elementales”[2] algo que podemos ver conformado en las explicaciones esencialistas sobre la “delincuencia” y la manera de reconocer o describir  a un “delincuente”.

En las entrevistas se vislumbra una idealización del pasado que puede relacionarse a la característica conservadora del sentido común[3]- para continuar la propuesta gramsciana-  o con lo que plantea Immanuel Wallerstein, hablando de raza, nación y etnia como los tres modos de construir la noción de pueblo a partir de la cual uno se define[4]. La idea que Wallerstein propone es que, por un lado, esas categorías parecen adquirir sentido porque “podemos emplearlas para explicar por qué las estructuras actuales deberían ser sustituidas en nombre de realidades sociales más profundas y antiguas, y por tanto más legítimas”[5].

Ervin Goffman relata en sus textos que “los griegos crearon el término estigma para referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los presentaba”[6]. En cuanto al estigma en sí lo define como  “un atributo que lo vuelve diferente a los demás (…) para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado”[7]  siendo algo “profundamente desacreditador”.  Atributos presentes en las descripciones planteadas a lo largo de las respuestas del entrevistado. Figura que puede asociarse al de “emprendedor moral”[8] planteada por Becker y que corresponde a quién señala, con el poder de imponer sobre otros sus normas, a la persona como desviada, entendiendo a la desviación no como “el resultado de la acción de quien transgrede las normas, sino de la imposición a un grupo de ciertas reglas como normales, a partir de los cual todo aquel que se aparte de ellas será considerado desviado”[9].  

Refiriéndonos a la noción de identidad, Fredrick Barth señala que contamos con las categorías de adscripción e identificación para poder delimitar un grupo, ambas implican  “ser cierta clase de persona, con determinada identidad básica lo que también implica el derecho de juzgar y ser juzgado de acuerdo a las normas pertinentes para tal identidad”[10]. Es en la delimitación del grupo, a partir de ciertas características, donde se conforma el otro-nosotros: “para afirmar los rasgos de identidad es necesaria la conservación de un límite que es producido en el intercambio entre grupos. Los actores toman en cuenta ciertos rasgos para categorizarse a sí mismos y a los otros con fines de interacción y de organización”[11]. Esto se presenta en la mayoría de las entrevistas, en donde los entrevistados admiten la presencia de  un otro en oposición al nosotros del que forman parte, así como ciertas categorizaciones acerca de lo que es ser “gente” o “trabajador”.

Además, Barth define dos conceptos, el de rasgos diacríticos entendido como “las señales o signos manifiestos que tienen que ver con lo que los individuos esperan descubrir y exhiben para indicar identidad, tales como el lenguaje y la vestimenta”[12]; y el de orientación de valores básicos conformado por “las normas de moralidad y excelencia por las que se juzga la actuación de un sujeto de un determinado grupo”.[13] Como anteriormente dijimos, y marcaremos en el análisis, en las entrevistas, a la hora de describir  a los delincuentes, se hace alusión a su forma de vestir y a sus comportamientos y conductas de forma peyorativa, marcando la diferencia y excluyendo a ese otro de un nosotros -los comerciantes-.

En cuanto a la construcción social de la víctima, Esther Madriz nos plantea que los miedos “desplazados” que el público tiene de la delincuencia conforman las representaciones populares del delincuente. Algo que vemos plasmado en las descripciones que realizan los entrevistados.  Por otro lado, y en referencia a lo visibilizado por los medios escribe que “a la prensa le encantan las víctimas si son blancas, de clase media o alta. Como los medios de comunicación divinizan a las víctimas blancas de clase media o alta, las imágenes públicas de la Víctima reflejan jerarquías de clase, de raza y de género”[14]. En las entrevistas los ejemplos de víctimas hacen referencia a este tipo de víctimas inocentes que Madriz define como “determinadas personas tienen más probabilidades de ser víctimas de la delincuencia”[15] a lo que agrega el concepto de víctima ideal de Nils Christie diciendo que “la típica idea de la víctima ideal es la persona inocente que es robada, asaltada, golpeada o muerta pero a la que no se puede culpar de su desgracia”[16].

El concepto de imaginario social según Stella Martini, se define “por su diferencia con la realidad; refiere a lo no real, a lo que puede ser producto de la imaginación pero es creíble y verosímil para este grupo que lo ha cristalizado”[17] comprendiendo los imaginarios o representaciones “los efectos de sentido producto del discurso”[18].  Al agregar que “los acontecimientos cuentan menos que las representaciones imaginarias a las que ellos mismos dan origen y encuadran.[19]” y que “no importa tanto que pase realmente como qué representación se construye de eso que pasa”[20], damos cuenta la manera en la cual los entrevistados construyen su idea acerca de la seguridad o el “delito”. Para Martini “hablar de imaginario social es referirse a los sentidos presentes en un grupo social y que dan cuenta de la percepción del mundo”[21] en el caso del trabajo el grupo son los comerciantes de Flores y buscamos analizar cómo perciben su alrededor, la plaza, quienes la habita, quienes están en el barrio.

En relación a las temáticas que surgen en las entrevistas está lo que Jorge Gobbi y Stella Martini establecen como agenda pública y agenda-setting. La primera sería “una lista de temas, de cuestiones a resolver, de problemáticas pendientes”[22] agregan que “se habla de agenda pública o de agendas sociales cuando se refiere al conjunto de problemáticas o temas que preocupan y se discuten en una sociedad o un vasto sector de ella y sobre los que se ha instalado un estado de opinión”[23] algo fácilmente identificable en las respuestas acerca de las problemáticas a nivel barrial y nacional. Según Gobbi y Martini para armar una agenda se precisa información y la misma “proviene tanto de los medios masivos de comunicación (…) como de la experiencia directa de los propios sujetos o del relato de experiencias de terceros”[24] y estas experiencias son justamente las que se ponen en juego en la entrevista a la hora de ejemplificar pero, en conjunto con la información proveniente de los medios. Esto último tiene relación con la segunda agenda descripta: la agenda – setting, definida como “el listado de los temas que los medios jerarquizan como relevantes y noticiables en cada edición de su oferta informativa al público”[25].


ANÁLISIS

¿Quién es el otro? ¿Quién el nosotros?

A partir del análisis de las entrevistas podemos ver cómo los comerciantes se agrupan tras un nosotros, “aquellos con quienes se comparte símbolos y valores y a su vez por oposición forma un otros[26] dejando este último lugar para quienes habitan la plaza Flores o circulan por ahí.

En el nosotros entra el concepto de gente: “gente que vienen a comprar”, “los vecinos”;  donde la orientación de valores básicos está atravesada por calificativos de “gente buena” “gente normal” “honesta” “trabajadora”, “estudiosa”:

 “La gente normal... que trabaja que estudia... no está en la plaza, porque dejó de ir... porque están los otros... los que no hacen eso, los que no trabajan, no hacen nada por el país... los que no estudian, los que no le importa estudiar, los que le importa joder al prójimo... esa es la gente que está”[27].


Y, donde los otros se construyen en contraposición a la gente “Los derechos humanos están para los ladrones, no para la gente[28], con calificativos del tipo “cualquier cosa”  “los ladrones” “los chorros” “drogadictos”.

También se conforma  a los otros, como en todos los casos a partir de la diferencia, pero en estos ejemplos, a la diferencia de nacionalidad:

“Estamos invadidos también eh. Yo siempre digo que ésta es la triple frontera”[29].
“Yo lo que noto es que hay mucha mucha gente de países limítrofes, indocumentados entre comillas, en al cual dejamos entrar - es lo que yo pienso- para mi dejamos entrar a la basura de los países vecinos”[30]

La contraposición limpio/sucio es otro eje que se utiliza para acentuar la diferencia nosotros- otros (ellos); donde ellos son la basura, y donde la suciedad, la mugre de la plaza se traspasa a quiénes la habita, caminan y rondan: “yo te hablo de limpiar gente, a la gente que está todo el día acá haciendo nada” y lo sucio como rasgo diacrítico  “los vas a ver (…) andrajosos, sucios”[31], la basura  “dejamos entrar a la basura de los países vecinos” como diferencia. Respecto de lo limpio, entra en las categorías de soluciones inmediatas al problema de la plaza y, por contraposición, al decir que “ellos son sucios” están diciendo “nosotros somos limpios” “hacemos pis donde corresponde” no como ellos que  hacen “pis  en cualquier lado. Se sientan en un banco, las mujeres, se baja la ropa el señor, y hacen pis. (…) Pusieron un baño de esos  químicos, no, es más fácil sacar todo y hacer contra un árbol o contra el subte”.[32]

Como explica Martini en estos discursos se articula la identidad: la pertenencia a un nosotros frente a un otro, el establecimiento de la diferencia. Diferencia que termina por estigmatizar y marcar a quien no pertenece al nosotros. Siguiendo a Goffman y, por otro lado a Becker -en el texto de Kessler- el nosotros puede asimilarse con la figura del emprendedor moral que marca la desviación del otro porque se supone como normal y, tiene el poder para poner las reglas de lo no desviado. El otro entonces queda estigmatizado, marcado y, sobre todo excluido de la identidad que conforma al nosotros. Si como dice Goffman el estigma “designa preferentemente al mal en sí mismo y no a sus manifestaciones corporales”[33]  en los discursos de los entrevistados se ve la relación con la delincuencia a quienes viven en la villa, duermen en la plaza, no trabajan, se visten de determinada manera o inmigraron de países limítrofes. En relación a las villas dicen, cuando se les pregunta por la “inseguridad” cosas como “acá estas cerca de muchas villas”[34]; “Vos ves como vienen corriendo del tren para tomarse el 132 e ir a comprar droga a la villa”[35]; “en esta zona estamos muy cerca del Bajo Flores que es donde está la villa entonces, hay muchos oportunistas que vienen para este lado y hacen arrebatos”[36]; “la mayoría son chicos que viven en la villa 1-11-14”.[37]

Otro eje utilizado para remarcar la diferencia –que puede sumarse al gente/ladrones- es la categoría de ciudadanos que construye a su vez un implícito de no ciudadanos: el conjunto nosotros se compone de trabajadores que pagan sus impuestos- “nosotros  pagamos impuestos, pagamos un montón de cosas para que estemos bien”[38] 

Creemos que entonces, la diferencia, pero sobretodo, la polarización como explica Madriz “La polarización de delincuente y víctima es inconfundible. Es emocionalmente atractivo presentar la delincuencia como una batalla épica entre el bien y el mal”[39]; es lo característico en la conformación de identidad donde el bien esta en nosotros y el mal en los otros.

Ideas de lo que es ser chorro y estar inseguro
 Cuando se pregunta en torno a la plaza surge en cambio una respuesta de que hay problemas en relación a alguien: Plaza Flores es la gente que por ella pasa. Los que habitan la plaza son calificados de chorros, para los entrevistados son:

“gente de bajos recursos. Gente pobre, humilde y o sea te das cuenta, la forma de vestir, (…) como se visten todos: pantalón joggin, la gorrita, la remera.  Tienen todos las marcas, falta que tengan cartelito”[40]

“Visera, buenas zapatillas, ropa deportiva cara...”[41]

“En general,  son adolescentes, un poco más grandes un poco más chicos. (Con tono muy peyorativo) El físico con la bermudita en la pantorrilla, la gorrita dada vuelta, es pero mirá típico, típico, típico”[42]

“los vas a ver con los ojos agrandados de la droga, de la bebida... andrajosos, sucios... es fácil individualizarlos”[43]

Esto entra en relación con varios puntos abordados en el primer apartado del análisis. En principio lo que hay es un imaginario compartido sobre lo que es el chorro a partir de su vestimenta. La vestimenta es un estigma fácilmente identificable por el grupo que conforma el nosotros “yo no soy policía y me doy cuenta”[44] y como un rasgo diacrítico que conforma en este caso a los otros.

Las normas de moralidad, que entraría en la orientación de valores básicos, como otro de los ejes para diferenciar otros/nosotros y caracterizar a los chorros se ve en las respuestas en que los entrevistados califican de “sucios” y “maleducados” a los chorros. Se valoriza entonces al trabajo, el estudio, la limpieza, la honestidad, la vergüenza, el respeto como calificativos que no pertenecen al otro, chorro.

En relación a la inseguridad el imaginario es compartido y tiene que ver con la incertidumbre, no saber qué puede pasarte, si volvés a tu casa, si mañana estás vivo. Y persiste la idea de un sentido común pacato en relación a la figura de plaza como lugar habitado por malos, lugar inseguro, que Madriz relata: “Como se nos enseña que los delincuentes son desconocidos malvados que acechan el parque- el psicópata el desempleado, el alcohólico o el drogadicto que sale de las sombras-, debemos evitarlos todo lo posible. Por lo tanto, se nos dice, quédate a salvo, sé una buena niña, evita los parques”.[45]

Definen la inseguridad, aunque con dificultad, como el hecho de no poder “caminar tranquilo porque sabes que algo te va a pasar”, como “hoy no sabes si te va a pasar algo mañana (…) no podés estar seguro”[46]; “no estar seguro” más allá de lo económico. La proximidad a asentamientos hacen también al concepto de “inseguridad”:

“No sé, es inseguro o sea acá estas cerca de muchas villas, hay muchas casas tomadas, entonces terminas con que no sé (…) O sea eso es la inseguridad, están continuamente paseándose viendo dónde está la presa”[47]

La inseguridad también está asociada a la pérdida de valores, lo que significa es que si hay una pérdida es porque antes había algo que ahora no está, en este caso, valores.

Propuestas, soluciones y rol de la policía
 En los casos analizados, encontramos contradicciones propias del sentido común – entendido en clave gramsciana-  tales como la propuesta de mayor control policial para mejorar la situación cuando las causas muchas veces se relacionan con la falta de educación y el consumo de drogas:  “Y porque no tienen educación, porque se drogan”

“P: ¿Y qué solución propondrías? ¿Cómo se podría solucionar esto que pasa en Plaza Flores? R: No sé, más policías, una cosa así, qué se yo. Para asegurar un poco más a la gente”[48]

“P: ¿Y por qué cree que está cada vez peor? R: Y porque no hay policía (…) Lo que pasa que cada vez está peor porque cada vez hay menos policías en la calle. Cuando había policías en la calle por lo menos como que se cuidaban un poco ahora ya a cualquier hora en cualquier momento roban porque total saben que no pasa nada”[49]

 “Y no solamente tiene que haber más policías sino que tendrían que cambiar las leyes porque son muy peor muy blandengues para la época que se está viviendo. Tienen que ser leyes más estrictas”[50]

La solución que encuentran los entrevistados a la inseguridad, es la presencia de más policías en la zona. Se ataca al problema desde un lugar casual, y no causal. El imaginario social de la inseguridad y los delincuentes está tan entramado con el sentido común que se puede llegar a pensar que muchas personas piensan que hay gente que es delincuente “porque sí”, y no por causas coyunturales sociales.

Además, se puede ver dentro del sentido común de estas afirmaciones el fetichismo que se tiene hacia la noción de policías, en un sentido en que los entrevistados sienten que la inseguridad se pelea con policías, y mientras más policías haya vigilando la zona, menos inseguridad va a haber. También  plantean el cierre de la plaza con rejas.

En la misma dirección, del pedido de más policías, se encaminan las teorías de control social, que refieren que “si hay bajo autocontrol  se debe proponer mayor control parental y la sanción de comportamientos problemáticos, políticas preventivas”

Para todos que lo miran por TV
En las entrevistas podemos visualizar que la inseguridad, como construcción social y representación, se plantea, tal como explica Martini “los acontecimientos cuentan menos que las representaciones imaginarias a las que ellos mismos dan origen y encuadran. No importa tanto qué pase realmente como qué representación se construye de eso que pasa”[51]. Esto se ve plasmado en las respuestas unánimes de los entrevistados quienes no han sido asaltados y no más de un par de veces testigos de algún robo peor que, sin embargo, pueden afirmar holgadamente que la inseguridad es algo que acecha a todos, a cualquier hora, en cualquier lugar. Esto se relaciona con la construcción d su imaginario que, como afirma Martini, tiene que ver con los medios y la opinión pública.

Citan las noticias, mencionan episodios de robo que nunca vivieron- más que por televisión- pero conocen – y no en carne propia-, construyen un escenario de inseguridad más dramático, más imaginado, que el que viven. Uno de los testimonios rescatados afirma:
 “Hoy mataron a uno en Lomas de Zamora porque salió del banco con la plata, lo esperaron dos chicos y le robaron. Y después tenés que escuchar gente del gobierno que te dice “es sensación de inseguridad”.[52]

Un comentario similar adujo:
“Ustedes se acuerdan hace poco cuando mataron a este muchacho (señalando una foto e Diego Rodríguez, modelo) bueno la madre estaba desesperada (…). Pero acá una noticia tapa la otra. A los dos o tres días murió Kirchner y el tema de este chico pobrecito quedó en la nada (…) acá una noticia tapa la otra por eso constantemente lo que fue ayer pasado mañana fue. Y todas las noticias que no conocemos. Todas las salideras bancarias y cosas”.[53]

Esto ejemplo es también una descripción de la mecánica de la agenda mediática sobre la visibilidad que le da a las noticias, a unas y no a otras y cómo eso impacta en las personas. Si los hechos noticiables hacen referencia a una cercanía geográfica, o la información es conocida entonces esas personas puede visibilizar la acción de la agenda-setting donde la lógica de noticias está organizada para sobreponer una información  otra.

De un modo similar, Esther Madriz hace alusión a este tema: “De los miles de crímenes que se cometen todos los días, sólo son unos pocos los que llegan a ser noticia y esos pocos son seleccionados porque se cree que excitarán las emociones del público y porque venderán. También contribuyen a la producción de una cultura visual mediada por los medios, que alimenta y es alimentada por los supuestos predominantes sobre la delincuencia, los delincuentes y los no delincuentes, las víctimas y las no víctimas.”

Pudimos ver, entonces, la relación de los imaginarios, los medios y el sentido común actuando bajo una lógica de poder por la cual la visibilidad mediática de ciertos acontecimientos que, luego incide en la construcción de representaciones del sentido común, organiza en parte los discursos sobre “inseguridad”, “delito” y presente.

Hay un antes y un ahora
La idea de que -parafraseando a Martini- “se cruza una situación de crisis de un presente con los recuerdos de un pasado” cercano, responsable (“hace dos o tres años que cada vez está peor”),  y uno lejano – que no se identifica en una fecha precisa- como sacralizados; lo vemos en la valoración altamente positiva de épocas anteriores que hacen los informantes. 

A lo largo de las entrevistas se hace presente el imaginario de que “todo tiempo pasado siempre fue mejor” y en relación a la plaza se produce una nueva polarización donde el bien vive en el pasado y el mal acecha el presente. Frases como “el barrio desmejoró mucho” dicen implícitamente que el barrio antes estaba mejor de lo que ahora y, al profundizar en la repregunta, los valores que se asocian al pasado son los mismo que se asocian  a los ciudadanos, a la gente bien, a comerciantes y compradores: antes era “más seguro, más limpio”. En contraposición, el presente es calificado en general como “un desastre” y en la repregunta aparece así como consecuencia de quienes habitan la plaza  “pungas, ladrones (…) gente que duerme en la calle”.

La vendedora de la lencería plante que la plaza es:
  “Un desastre, desde que vinimos a ahora, decayó muchísimo. Indigentes, prostitutas, borrachos. Decayó mucho a nivel general. Y con el subte que tenemos acá en construcción, lamentablemente la obra esta que está acá parada hace tres años, también. Nos trajo una decadencia, un bajón tremendo en cuanto a la cantidad de público, de gente”[54]

Con referencia a Plaza Flores, los entrevistados creen que está cada vez peor debido a la afluencia de personas que no desean en la zona (“indigentes, prostitutas, borrachos”), y que antes se encontraba más limpia y reservada.
La idealización del pasado se relaciona con lo más reaccionario y pacato del sentido común que ve en él las glorias que hoy son caos y, que además legitiman el intento de volver atrás, “de sustituir las estructuras actuales (…) en nombre de realidades sociales más profundas y antiguas”:

“Y va a cambiar (la plaza) cuando cambien los que nos gobiernan, y piensen como pensaban por ahí, hace cincuenta o cien años, que si hacían algo, la vergüenza de que todos los miraran a ellos y a sus familias, a sus hijos, a sus nietos... cosa que hoy no ocurre, hoy no les importa nada”[55]
“Hace 40 años atrás, estaban tu mamá, tu hija... todos esos no están más, esos desaparecieron... ahora están ellos...”[56]

Vemos que la idea de pasado idealizado pareciera remitirse a una edad común, cuando cada uno de los entrevistados era joven, y no a una fecha particular en la historia  Argentina. El entrevistado de casi 40 años plantea que “hace 10, 15 años esto no pasaba” el de casi 70 años idealiza un pasado de hace 40 o 50 años, y los demás hacen la comparación con quienes los entrevistan, nosotros, al decirnos “a su edad”.


CONCLUSIONES

A modo de concluir este trabajo pero, sin la intención de cerrar este debate, podemos decir que entre los comerciantes de Flores pueden visualizarse varios imaginarios en torno a la Plaza Flores.

En primer lugar y, como ejemplificamos en el análisis, vemos una  construcción positiva del pasado con un sentido de revalorización sobre el mismo, donde los males que parecen poblar a la plaza están relacionados con el presente y existe ese ideal romántico de que “todo pasado siempre fue mejor”. El pasado se presenta además como una categoría construida en relación a la juventud del entrevistado y no a un momento histórico determinado.

En segundo lugar pudimos observar la incidencia de la agenda pública y de los medios en la conformación de estos imaginarios. De otra forma, más allá del sentido común, no podemos explicar sino la relación de las veces que fueron asaltados o testimoniaron un robo al discurso según el cual “te roban siempre en cualquier lugar y a cualquier hora”.

Por último nos parece muy curioso y, por eso lo destacamos, el hecho de que en los discursos se relaciona a la inseguridad el concepto de incertidumbre.



[1] Gramsci, Antonio, “Introducción” en  La política y el Estado moderno.
[2] Ibid.
[3] “El sentido común es mezquinamente misoneísta y conservador y hacer penetrar en él una nueva verdad es la demostración de que esta verdad tiene una gran fuerza de expansión y de evidencia.”. Gramsci, Antonio, “Introducción” en La política y el Estado moderno.
[4] Wallerstein, Innmanuel, “La construcción de los pueblos: racismo, nacionalismo y etnicidad” en Raza, Nación y clase,  p. 122.
[5] Ibíd.
6 Goffman, Erving, “Actuaciones” en La presentación de la persona en la vida cotidiana, p 11.
7 Ibíd.
8 En Kessler, Gabriel “Glosario: las teorías sobre el delito” en Sociología del delito amateur, p.275
9 En Kessler,Gabriel, op.cit., p 274
10 Barth, Fredrik, “Introducción” en Los grupos étnicos y sus fronteras p.16
11 Ibíd.
12 Ibíd.
13Ibíd.

[14] Madriz, Esther, “Víctimas inocentes y culpables” en A las niñas buenas no les pasa nada malo p.100
[15] Madriz, Esther, op.cit., p 107
[16] Ibíd.
[17] Martini, Stella, “La sociedad y sus imaginarios”, p. 8
[18] Ibíd.
[19] Martini, Stella, op.cit.,  p. 10
[20] Ibíd.
[21] Ibíd.
[22] Martini, S.  y J. Gobbi  , “Agendas públicas y agendas periodísticas”, p. 57
[23] Ibíd.
[24] Ibíd.
[25] Ibíd
[26] Martini, Stella, op.cit.,  p. 10
[27] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[28] Entrevista N°4 ver Anexo
[29] Entrevista Nº 2 ver Anexo
[30] Entrevista Nº 4 ver Anexo
[31] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[32] Entrevista Nº 6 ver Anexo
[33] Goffman, Erving, “Actuaciones” en La presentación de la persona en la vida cotidiana, p 11.
[34] Entrevista Nº 2 ver Anexo
[35] Entrevista Nº 3 ver Anexo
[36] Entrevista Nº 4 ver Anexo
[37] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[38] Entrevista Nº ver Anexo
[39]  Madriz, Esther, “Víctimas inocentes y culpables” en A las niñas buenas no les pasa nada malo
[40] Entrevista Nº 3 ver Anexo
[41] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[42] Entrevista Nº 6 ver Anexo
[43] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[44] Entrevista Nº 3 ver Anexo
[45] Madriz, Esther, “Víctimas inocentes y culpables” en A las niñas buenas no les pasa nada malo
[46] Entrevista Nº 1 ver Anexo
[47] Entrevista Nº 2 ver Anexo
[48] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[49] Entrevista Nº 6 ver Anexo
[50] Entrevista Nº 4 ver Anexo
[51] Martini, Stella, “La sociedad y sus imaginarios”, p. 8

[52] Entrevista Nº 3 ver Anexo
[53] Entrevista Nº 5 ver Anexo
[54] Entrevista Nº 4 ver Anexo
[55] Entrevista Nº 3 ver Anexo
[56] Entrevista Nº 4 ver Anexo

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