Viole tiene ese manía, canta en voz alta y no se da cuenta hasta que la interrumpen “… que mareo que ruina, y por culpa de quién, del amor de una mina…” - ¿Puedo sentarme?- Era Santi. Viole no lo había sentido. –En Carranza sube Martín, pero si querés sentate- Santi ya estaba sentado antes del pero, le importaba poco que subiera su primo en la estación que sea. – ¿Ahora te gusta Sabina? No te la puedo. ¿Y cambiaste la guitarra por un mani con música?- esa maldita costumbre del reproche le ganó a Viole, como nos gana a todas alguna vez. Santi se sacó los auriculares y los enrolló al Mp3. Esperaba que Viole hiciera lo mismo pero ella un poco a propósito y sin darse cuenta estaba tarareando Mariposa Tecnicolor con los headphones en los hombros. – ah, ¿está muy fuerte? No sé usar muy bien estas cosas. Se lo olvidó Lu en casa. - Violeta sabía quién era “Lu”, bah, un amor de cama seguro. Aparecían como estando en una “relación abierta” en el facebook y ella lo había etiquetado como en diez fotos ya –para la dama y el caballero, por solamente dos pesitos nada más. Aguja para colchón- bruja para colchón pensó Violeta enseguida -¿Lucila, la hermana de Mary?- Santi le dijo que si, y como hacen los hombres jugó a hacerse el misterioso o el soltero y cambió de tema. Empezó a hablar del nuevo libro de Dan Brown porque sabe que Viole no se lo banca. – Uh Santiago ¡que hincha que sos con ese tipo! Ya te dije, me chupa que sea o no sea ficción- y le hizo un puchero que a más de uno le hubiera dado ganas de partirle la boca en dos. Ahora era Viole la que esquivaba el momento. – ¿Qué hacés en el tren? – Cuasi monosilábico, como estaba desde que Violeta había vuelto con Martín, no cambió su estilo para responderle - Viajo- Desenrolló los cables y se encerró en “su” música. No había corrido ni una canción entera, pero el tren tardó mucho en Belgrano. A pesar de que para Violeta ese -el tren- era su lugar, donde podía pensar, crear, en ese momento no podía, algo estaba captando su atención como pocas veces. Santi tenía una mariposa en el hombro, -y le queda tan bien-. Quiso prenderse un cigarrillo, se acordó de la vez que Julia, la femme fatale del grupo de secundaria, le dijo que no hay nada más sexy que una mujer fumando. Se acordó también de su alergia y se rió sola buscando complicidad. No la encontró. Santi estaba en otra. La mariposa seguía donde siempre, aunque Viole la sentía en otro lado. A penas se movía en el hombro extenso y alto de Santiago, y corría de la garganta al corazón y de un pique daba vuelta entera al estómago de Violeta.
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