Principio

Papá tiene custodia compartida con mamá así que sólo lo veo los sábados. Me pasa a buscar a la mañana, toca el timbre y me espera en la puerta del edificio donde vivimos con mamá. El departamento es en el segundo piso así que yo bajo las escaleras a las corridas y le grito a Petrus, el portero, que abra.  

Con papá nos abrazamos, nos subimos al auto y empezamos la rutina. Primero vamos al cementerio a llevarle flores al abuelo que lo mató un gitano en medio de una confusión; “le dejaron un agujero en el pecho” escuché alguna vez de un mayor de la familia. Fue un dolor enorme, me tomó por sorpresa, me dice papá cada vez que llegamos a la tumba. Y yo, para no ponerme triste, tarareo alguna musiquita mientras juego con las hormigas de la tierra que se pasean entre los muertos. 

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