Hablemos sin saber. Hoy: El amor y las redes sociales, una aproximación psi

EL DUELO
Tu ex a un click


Con las nuevas tecnologías tenemos todo al alcance de nuestras manos, más aún si están cerca del mouse. En la red encontramos todo, hasta lo que no queremos ni ver o, lo que es peor, queremos ver aún sabiendo que no nos hace bien. Ahí está, el mundo, al apretar y soltar un botón.


Medio siglo atrás Freud escribió una vasta bibliografía sobre sus teorías psicoanalíticas. Allí problematizó la relación del sujeto con sí mismo y con el mundo. El mundo, que es amplio, hoy también incluye un submundo: la web 2.0. Con la aparición de nuevas tecnologías, que con el tiempo pasan a ser viejas, aparecen nuevos fenómenos pasibles de ser estudiados, tanto a nivel individual como social. Las redes sociales son un ejemplo de tecnologías innovadoras que producen nuevas prácticas.

Hace menos de diez años, si uno cortaba una relación lo más probable era que, a menos que se animara a levantar un tubo, discar, esperar el pulso, no cortar (por cobardía o cansancio) y finalmente encontrar del otro lado del teléfono a esa persona que hasta hace poco era "su amor"; nunca más volviera a saber de la existencia de su ex. Hoy, por mucho esfuerzo que alguien pueda poner para realizar un duelo a la distancia y concluirlo recanalizando las energías libidinosas antes puestas en su objeto, lograrlo tiene un condimento extra.

Si lo tenés en Facebook a tu ex, a su familia, a sus amigos, podés eliminarlos, bloquearlos. Eso sería una opción. Si lo seguís en twitter podés hacer todo eso, lo que no implica que por un retweet te llegue algo que no querías leer. Pero, ¿qué pasa con esa persona que se moría de ganas de levantar el teléfono pero que cortaba antes de ser atendido por miedo al otro? Bueno, ahora, uno no tiene ni que discar, apretando un solo botón llega al otro, lo ve, o ve lo que el otro le deja ver, pero la presencia del objeto en las redes es, está. Además, el otro al que estamos mirando, nunca se entera de ese click para espiarlo o, como se dice ahora, stakearlo, seguir sus movimientos. El anonimato de las redes y la facilidad de tener todo adelante, rápido y sin esfuerzo, nos hace caer de manera constante en la tentación de volver sobre el objeto y no nos deja darle un nuevo rumbo a nuestra libido.


Hay un duelo esperado que se estima hoy en día que dura alrededor de un año y el duelo estaría parado del lado de la normalidad. Cuando se prolonga este estado en una persona, se habla de melancolía lo que configuraría un duelo patológico. La sombra del objeto recae en el yo porque ese objeto estaba investido de libido, cuando el objeto se pierde, queda toda esa energía circulando, sin un fin. Así, la sombra tapa al yo, y el yo queda, entonces, inhibido. Freud explica que esta inhibición y restricción del yo puede ser la expresión de su entrega al duelo, que no dejaría nada para otros propósitos e intereses. Las redes sociales, podríamos plantear, promueven, de cierta manera, la melancolía y el duelo patológico o, más bien, podrían afectar la extensión del duelo porque dejan la permanente posibilidad de saber del otro y de revivir esa sombra. Entonces, la pérdida se revive de manera más frecuente lo que imposibilita, de alguna forma, que la herida, causada por la ausencia, cicatrice. 

Cuando perdemos a un ser amado, a nuestra pareja y, no necesariamente porque muere (del “mi amor” al “te odio” al “¿quién es?”) reaccionamos de manera tal que nuestra forma de relacionarnos en y con el mundo es configurada como duelo. Esta reacción puede o no ser patológica y siempre  incluye, psíquicamente, un estado de ánimo profundamente doloroso, un desinterés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar y la inhibición de todas las funciones psíquicas con el consecuente empobrecimiento anímico. Cuando además se transita un estado donde el amor propio disminuye, se estaría configurando una patología, la melancolía. Freud la define como “una afección que cuenta entre sus ocasionamientos más llamativos la pérdida real o afectiva del objeto amado”. En este estado se produce una identificación del yo con el objeto perdido, y de esta manera los reproches del yo hacia la persona perdida se convierten ahora en amargos autorreproches. Por eso, se dice que la pérdida tuvo lugar en el propio yo, porque, si bien los reproches son en realidad al objeto hostil, han sido vueltos contra el propio yo, autorreproches que se dirigen desde la conciencia moral.

La resolución del duelo implica que el sujeto va comprendiendo gradualmente que el objeto amado no existe más como tal, es decir, que aquel objeto en el cual estaba depositada la libido no tiene más energía puesta. En este proceso el sujeto lo que hace es de a poco, fortalecer el yo. La líbido, explica Freud es “la energía, considerada como magnitud cuantitativa, aunque no medible, de aquellas pulsiones que tienen que ver con todo lo que puede sintetizarse como amor”. El amor, según el psicoanalista, es un concepto amplio que puede incluir el amor sensual, de meta sexual, y el amor tierno con meta sexual no inhibida. El enamoramiento, corresponde a un desvío de la pulsión respecto de su meta sexual y conlleva un cierto perjuicio para el yo. Un perjuicio porque la libido se deposita en el objeto y esto puede comportar cierto tipo de “servidumbre enamorada”, Nietzche dice al respecto “Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas”. Esto implica, de alguna manera, una humillación porque el individuo se deja de lado por el otro.  Este otro aparece exento de crítica producto de una represión que provoca a su vez un espejismo y es base de la idealización propia del enamoramiento. Los sentimientos de hostilidad que son reprimidos y no se perciben a causa del amor, son también sentimientos de ambivalencia por los conflictos de intereses en relación a la autoconservación. Así el narcisismo, como predisposición al odio, puede ser restringido por una ligazón libidinosa con otro. La tolerancia dura lo que dure la ventaja que se extrae de la colaboración pero cuando hay amor ese egoísmo puede convertirse en altruismo.


         Cuando se produce una ruptura de pareja, y en el individuo se da una pérdida de investiduras libidinales puede provocarse angustia. Entonces, la libido que estaba en el objeto vuelve al yo o, digamos, ese es el proceso que debiera encaminarse con el duelo. Ahora, este duelo es posible si se logra también cierta distancia con el objeto perdido que hace que se pueda recanalizar la libido. Hoy, con las posibilidades que nos da internet esa distancia se acorta en tiempo y espacio. Y si, además, en el alejamiento nos carcome la duda narcisista de no saber si nos extrañan o nos están olvidando, una parte que es necesaria transitar y superar, con las redes sociales somos más proclives a averiguar y jugar al detective con tal de poder responder esa inquietud.■



SER Y PARECER

Facebook: el rostro de Lévinas mediatizado

Las nuevas reglas de la conquista implican también nuevas maneras de presentar nuestro rostro para gustar al otro, para lograr un encuentro y asi liberarnos de la presión de ser.


Si en la oscuridad el niño se aterrorizaba ante la presencia del ser, ante el horror de ser, y en el dia, la luz disipaba toda pesadilla del hay. Hoy, esa  luz diurna, de alguna forma salvadora, es la de la pantalla prendida 24 horas, como las lámparas de los lugares que alimentan gallinas. La pantalla, de la computadora, del televisor, del celular, vendría a evitar, en los insomnes aterrados por la presencia de su ser, justamente ese miedo.

Según Lévinas, la existencia es un encadenamiento de uno mismo con uno mismo. Uno no puede dejar de ser y en tanto esta evasión es imposible, la existencia misma genera pesadez. El encuentro con el otro es liberador pues implica la salida -momentánea- de uno mismo; y este encuentro está mediado por el rostro. Reconocemos al otro a través de su rostro; pero este rostro muestra y a la vez oculta. Haciendo una analogía se podría decir que Facebook, como una prolongación del rostro, funciona de una forma similar, en cuanto a la dualidad del juego mostrar-ocultar (disfrazar). Por un lado, actúa como ocultamiento de la persona, en tanto pasa a ser identificado con un perfil que ha sido construido, pero, por otro lado, cumple la función de mostrar, como vidriera a partir de las fotos, estados, videos. Es la lógica del mostrar Pero el mostrar para ocultar. “En el otro siempre hay un exceso o una diferencia en relación con lo que yo sé de él.”.

Como en el encuentro cara a cara, en el que uno se preparó de la mejor manera para gustarle al otro, se maquilló, se arregló el pelo y en donde uno se demuestra desde su mejor versión de ser; el Facebook también se convierte en una herramienta manipulable de acuerdo a nuestro interés de gustar al otro. “Cada cual quiere manejar su propio rostro, servirse de él como de un arma” pero ojo, el tiro puede salir por la culata y “no dejarme entre las manos mas que su despojo cuando yo creo poseer su verdad”. Uno traza los límites, lo que quiere que se vea de uno y lo que no, intenta imponer una apariencia para una conquista efectiva. Sin embargo, como cita Barthes, “trajeándome, adorno lo que fracasará del deseo.”.

Con el Facebook, lo que manipulamos es ese perfil que el otro ve y que asume que es nosotros; es uno, pero no lo es. Y del otro lado lo mismo: pensamos que la otra persona es su perfil, y en realidad es algo manipulado.“(...) el rostro tiene esa fascinante particularidad de ofrecerse y de sustraerse al saber. Es el lugar del cuerpo en el que el alma se muestra y se disfraza.” Y sobre ese terreno es que se conquista, como en el encuentro cara a cara. Pero en la configuración misma de ese rostro, hay un fracaso puesto que hay cosas que se nos escapan de la apariencia y dejan entrever el ser -siempre está la tía que postea una foto de cuando eramos chiquitas y gordas con un comentario desfavorable y vemos, como, en un segundo, el rostro que habíamos hecho de nuestro perfil, se desfigura como si le hubiésemos tirado unas gotitas de ácido. “La apariencia y la esencia que se disimula en el rostro y que traiciona en él, los fingimientos, los artificios que impiden a la mirada llegar a la verdad del ser.”

Las redes sociales elevan la falsa esperanza de cumplir el sueño de varios, tener el retrato de Dorian Gray y conservar un rostro intacto donde el ser, como la vida, no se traduzcan nunca en arrugas, esos pliegos de la piel que dan cuenta de una historia, de una vivencia de una experiencia, que dan cuenta de uno. Lo que saldría en realidad es un segundo nivel de apariencia.

El facebook reproduce el simulacro de estar enfrente de un otro que es en definitiva real, pero que está de cuerpo -físico- ausente. Y nosotros tendemos a darnos cada vez menos cuenta de que el otro está ausente, debido precisamente a que la representación es cada vez más acabada. No obstante, es en facebook donde el cuerpo físico queda expulsado y se convierte en virtualidad.■



REALIDAD BELICA
De la dote al anillo de diamantes

La sola presencia de un otro es conflictiva, dramática e implica sufrimiento. Cómo se acentúa esta carga cuando en la relación entre sujetos uno de ellos pasa a ser objeto.
  

A manera de retrospectiva histórica puede decirse que la mujer fue adquiriendo nuevas libertades y nuevos derechos civiles y políticos. No obstante, se ha dado, paralelamente a este proceso, un retroceso. Sucede, que algunas mujeres, delegan la responsabilidad que incluye ser libre, al someterse a ser objeto. Si bien la dote es algo que casi desapareció del mundo hoy sigue presente de otra manera: la mujer, al ser vista como un objeto, una mercancía, adquiere un valor de mercado y un valor de cambio; a veces, ella, reducida a su cuerpo, puede valer lo que un anillo de diamantes.

En este sentido, la exaltación de la belleza física está atravesada por los avances en la estética que terminan por esculpir una figura de mujer que debemos alcanzar para ser “bella” y “triunfadora”. La tecnología destinada a la producción masiva del sujeto en serie pareciera expulsar la individualidad, la subjetividad y construir un nuevo canon sobre lo que es ser bello, impulsando así la cosificación de la mujer. La subjetividad de la mujer queda reducida a un objeto que es el cuerpo.

Según Sartre “somos lo que hacemos con eso que los otros hacen de nosotros”. El otro genera una representación de mí que deberé tomarla para hacerme cargo y convertir esa construcción en otra cosa que será mi identidad. En este sentido, la mujer tiene una responsabilidad propia frente a ese etiquetamiento, ella tiene la libertad de querer o no salir de ese lugar que se le atribuye como objeto sexual. Por lo tanto, los condicionamientos que definen qué es bello y que no producen una doble consecuencia: la objetivación del otro a través de su mirada y la del individuo consigo mismo ya que uno también se convierte en objeto frente a la exigencia que implica observarse en comparación a ese canon de belleza.

¿Cómo incide este contexto en las relaciones amorosas? Según Sartre, el otro me mira y me convierte, de alguna manera, en objeto de su mirada; un objeto que me resulta ajeno, pero que al mismo tiempo me representa. Y en este sentido me asigna una identidad. La mirada, como una dimensión de vinculación activa con el otro, me petrifica y me convierte en objeto. “Bajo la mirada del otro, soy esto o aquello y no tengo ningún dominio sobre esa realidad petrificada”. Como “la realidad humana es social y belicosa” la sola presencia del otro produce violencia pues me puede objetivar con su mirada; el otro me mira y me escinde, tiene una representación de mí asignándome un yo distinto al que creo que soy.

“Lo que me hiere en pleno corazon y sin remedio posible es el hecho mismo del otro. Y ese hecho es violencia”. Un encuentro, desde la visión de Sartre, es conflictivo por el sólo hecho de estar frente a otro que me recuerda que estoy ahí; hoy ese encuentro se ve complejizado por la cosificación del cuerpo de la mujer. Y esto genera aún más conflicto. Entonces si la existencia del otro ya implica un grado de pesadez y sufrimiento, la exigencia de la actualidad en ser bello lo es aún más. En muchas parejas, la violencia parte de que el hombre le sustrae subjetividad a la mujer y la ubica en un lugar de objeto. La relación entre sujetos se convierte en una relación sujeto/objeto. La mujer objeto se configura como una mercancía que puede ser manipulada, carente de valor subjetivo. Pero lo notable es que en la mayoría de estas relaciones, la mujer se somete a esa cosificación y la acepta como tal, consciente o no, a veces como consecuencia del mandato social. Esta subordinación tiene que ver con una fuerte relación de poder entre amo y esclavo, que implica una movilización de poderosas sujeciones desde el plano simbólico que impiden que la mujer misma pueda reconocerse como sujeto.

Para que haya un dominador tiene que existir un dominado que se posicione como tal. Si la mujer es dominada entonces el hombre en su posición de dominador también lo es, porque, como explica Hegel en la dialéctica del amo y del esclavo: para ser dominador es necesario que existe un dominado por lo tanto para ser dominador se es esclavo de la existencia del otro. Y esta definición de roles, de asignación de roles, de convertir al otro en objeto es una guerra, es una lucha. Y la mirada es un arma, es el arma para hacer del otro un objeto antes de que el otro me convierta en objeto a mi. Entonces, más allá de quién convierte a quién en objeto, lo interesante es ver cómo se asumen esos roles, cómo se afirman.■


FE DE ERRATA

Cuando el inconsciente emerge en la superficie del lenguaje

Actos fallidos, lapsus, chistes, olvidos, negaciones. ¿Alguno creía que el celular, la web, las redes o los e-mails iban a salvarnos de eso? Malas noticias. Son parte del lenguaje y por eso, del ser, mediatizado o no. 

"Hola mi amor en 5 estoy" Escribió, tipeando letra por letra; lo buscó en sus contactos, lo seleccionó, aceptó y se lo envió, a su jefe.  “Ay disculpame Santiago, el mensaje era para mi novio”. Pero toda explicación quedaba solapada por aquel lapsus que ya había saltado el “muro del lenguaje” descrito por Lacan,aflorando el sujeto del deseo, el verdadero, como protagonista de la escena. Asi, “el inconsciente sale a la luz en el discurso del sujeto por medio del proceso de la enunciacion”, en el acto individual del habla.

Siguiendo al psicoanalista francés, la mediación del lenguaje eclipsa al sujeto inconsciente, es decir, que aquella parte esencial del sujeto -el deseo- no estará en las palabras mismas pues es una verdad que jamás puede ser dicha, porque, en cuanto es enunciada, deja de ser deseo. Por lo tanto, el sujeto está presente en un discurso de apariencias con respecto a la verdad de su deseo. Y es en esa apariencia que se da un intercambio imaginario entre sujetos. Entonces, “el lenguaje está hecho tanto para fundarnos en el Otro como para impedir que lo comprendamos”, en el sentido de que el sujeto nunca se dirige a otro sujeto verdadero pues nunca llega a él directamente.Para Lacan, en la medida en que el lenguaje amordace al sujeto del deseo, la comunicación es imposible:  eso que digo no es verdadero porque al decirlo deja de ser deseo. El lenguaje, como dualidad acerca pero a la vez distancia y hace imposible la comunicación, entendida como el intercambio entre sujetos verdaderos, porque lo real es lo imposible, es lo inesperado.

Para Lacan, el sujeto va a estar presente en el lenguaje a costa de estar ausente en su deseo. El deseo siempre es deseo incumplido, en el lenguaje y en todo.  Pero, ¿qué pasa cuando es en el mismo lenguaje que aparecen los lapsus, chistes, olvidos? y ¿en qué medida nos pasa no sólo en la oralidad sino a través de un mensaje de texto, o en el chat de alguna red social? La nueva era mediática no vino a salvarnos de nuestros actos fallidos, al contrario, está aquí para hacerlos evidentes. Ya no se trata, entonces, de un instante de distracción en el que “sin querer” nos confundimos, al pronunciar un sonido por otro; el inconsciente sigue aflorando aun en la modernidad de la convergencia mediática: una vez enviado el mensaje, ningún disfraz que nos otorgue el lenguaje podrá salvarnos de tal situación que devela lo más íntimo de nosotros. Y una vez evidenciado, podremos enunciar una explicación de lo que dijimos o por qué lo dijimos, pero lo que no podemos es acceder de manera total al inconsciente, porque su totalidad no es permeable. Sólo a través de los actos fallidos, los olvidos, los lapsus, vemos cómo emerge ese territorio del deseo en un mapa: el lenguaje. En este sentido,”la verdad del sujeto sólo puede decirse a medias” y  aparecer en el decir, porque en lo dicho se pierde, y surge “con la máscara del sujeto del enunciado”.  

          En donde sí hay intercambio es entre los sujetos imaginarios, hablamos con y desde las figuraciones imaginarias que hemos hecho cada uno del otro y de nosotros mismos. Todo discurso sobre mí mismo es imaginario; en tanto lo que construimos es el sujeto imaginario, quien creo que yo soy, y esa creencia es real para uno mismo. La construcción de ese Yo imaginario es en base a lo que el otro cree que yo soy. Yo soy lo que el otro no es. Somos las identificaciones que nos constituyen, uno se define como el sujeto que logró construir a partir de lo que dicen los otros. “Yo, como construcción imaginaria, aparece indefectiblemente sometido a la dimensión del otro”. Uno se define en relación con los demás; logramos completar la idea de quiénes somos en un lugar que no estamos: el espejo y los otros. “El sujeto accede a su identidad a partir de la imagen del otro”. Yo, en tanto construcción imaginaria es dependiente de la existencia del otro puesto que es una imagen del sujeto proyectada a través de sus múltiples representantes los cuales tienden a condensarse en una representación imaginaria que será, en adelante, la única que el sujeto podrá darse a sí mismo.”
En este sentido, aquel sujeto imaginario hoy está, además, mediatizado. Por lo tanto, la construcción de nuestra identidad también implica a  los nuevos medios de comunicación por los que estamos atravesados, nosotros, y nuestra relación con los otros. En las redes sociales el registro, por ejemplo, del chat, es el escrito, pero el estilo es el de la oralidad. Si cuando hablamos cara a cara o por teléfono y tenemos un acto fallido, este puede disimularse más o pasar desapercibido, en cambio, una vez escrito, es más evidente y queda registrado.
El lenguaje es dual. Por un lado, tapa y oculta y, por otro lado, es el medio de la "sanidad" terapéutica. Por eso, siguiendo la frase de un poeta alemán, Hölderlin “allí donde habita el peligro, nace también la salvación”. El peligro de que surja nuestro sujeto verdadero y nos deje desnudo en el otro, pero la consecuencia de que también se entrevea y así aparezca, emerja, ese sujeto sólo accesible por el mapa del lenguaje, el del inconsciente. Y, si bien el lenguaje es un muro solo a través de él podemos nombrar lo que nos pasa para que no se vuelva síntoma.

Además, es en el lenguaje, lo simbólico, en donde aflora el sujeto del deseo a través de los lapsus, chistes u olvidos. Y en ese momento ¿qué pasa con el sujeto imaginario frente a esta irrupción no esperada del sujeto del deseo? En una pareja estable, por ejemplo, si uno se define en relación al otro, pues creemos que somos eso por los cual nos nombran; cuando el otro se confunde y en vez de decirle “Martín” lo nombra por “Julián”. Aquella construcción imaginaria, pero real para el sujeto, tambalea por el sujeto del deseo que “entra en escena” para “contar” una verdad que no se conocía. En ese momento, aquel sujeto imaginario es boicoteado por la irrupción del deseo, y esto genera conflicto: el deseo es puro caos.


OTRAS VOCES

De la conquista mediática al encuentro 1.0

Una reciente investigación nos revela cómo intervienen las redes sociales a la hora de la conquista y en la posibilidad de un encuentro. Facebook y Twitter: ¿el nuevo arco de Cupido? 

En la película “Closer” Daniel, haciéndose pasar por Anna, encuentra por chat a Larry quien, en la nocturnidad de su oficina, es engañado al creer estar hablando con una mujer. La conversación a través de las palabras que aparecen en la interfaz crean en Larry la falsa expectativa de un encuentro amoroso prometedor. Pero el espectador sabe algo que Larry no: le está hablando a un hombre que nada tiene que ver con la construcción imaginaria que ha hecho del personaje ficticio de Anna.

Eso nos cuenta el mundo de la ficción. Ahora, ¿qué pasa, en el mundo real, con las conquistas mediáticas? ¿cómo construimos al otro a través de la web? ¿qué expectativas se crean y cuáles se cumplen? ¿qué facilidades nos habilitan las redes? ¿cómo se desarrollan las relaciones a partir de estos nuevos vínculos? Hemos llevado a cabo una entrevista a hombres jóvenes argentinos independientes, entre 23 y 32 años, relacionados con el área de comunicación ya sea en sus estudios o trabajos y que usan activamente las redes sociales como Facebook, Twitter, Skype y los chats de celular, que nos permitirá dilucidar un camino para entender las reglas de juego a la hora de “encarar” en la era mediática.

Se podría decir que los hombres coinciden en ver a Facebook y Twitter como una herramienta positiva para la conquista, pero adicional y no exclusiva: siguen creyendo en la conquista “old school”, la de cara a cara, pero sostienen que las redes inevitablemente atraviesan algún momento el “levante”. En este sentido,tres de cada cuatro piensan que hoy en día es casi imposible separar el mundo “virtual” del mundo “real”. En vez de funcionar como mundos autónomos y separados, creen que hay entre ellos una relación de complementariedad donde uno se retroalimenta con el otro: “Creo que no se puede hablar de manera muy absoluta sobre 'en las redes' o 'fuera de las redes'. Vos conoces a una persona en la facu o en el trabajo pero el vínculo se continúa por las redes” “No creo en las relaciones puramente "virtuales" porque no somos eso. Ni tampoco somos sólo lo que algunos llaman "la vida real". Twitter la veo más bien como una consecuencia lógica de cómo las redes sociales enriquecen las relaciones humanas.”.
A aquellas mujeres que estaban buscando a su príncipe azul a través de la web, ¡detengan la búsqueda! tenemos dos cosas para decirles: no existe tal príncipe y menos en la web. Los hombres entienden a las redes sociales no como un ámbito de búsqueda para formar una pareja estable sino más bien como puentes que ayuden a concretar el encuentro sexual. El levante a través de estas redes es terreno exclusivo de las relaciones casuales y sexuales, de lo que Freud llama “amor sensual”:  “ Definitivamente las redes dan muchas más herramientas para el garche ocasional”; “Si se usa bien Twitter, se coge y mucho.”  Así, aparece, se puede decir, una vuelta al hippismo tal como lo explica Dominique Simonet en “La más bella historia de amor”.  Hay que tener sexo por tener sexo y el amor, aunque ni se atreven a usar esta palabra, no es nada más allá del deseo. 

Con respecto a relaciones de pareja ya establecidas, la mitad de los entrevistados, ven a estos medios como motivo de rupturas pues reproducen celos, inseguridades, controles, producto de tanta exposición y, finalmente, la frustración. Además, para estos hombres la soltería ya no es un problema puesto que tienen muchísimo menos interés en estar en pareja; aunque no sabemos cuánto de eso se debe a las particularidades de conocerse vía redes sociales, y cuánto se debe al fenómeno general. “Hace 20 o 30 años, un pibe se ponía de novio por muchas razones, pero la más poderosa tal vez era que si no, no la ponia ni por casualidad. Hoy las posibilidades se han multiplicado, y las redes son uno de los multiplicadores más poderosos para eso.” Así, mientras que a los hombres se les multiplican las posibilidades de tener relaciones sexuales y ya no se los "condena" por la soltería, a las mujeres el reloj biológico les sigue funcionando exactamente igual que hace nueve mil años. Esto plantea un escenario de desigualdad acentuado por la reproducción histórica de un modelo donde las gordas y feas, excluidas, como se explica en el libro de Simonet, tenían y tienen más dificultades para encontrar compañero.

Para la mayoría de los hombres, las redes levantan la autoestima. Pero, ¿qué es lo que les dispara a ellos, en una mujer, el deseo de conquista? El principal motivo es “que este buena”, seguido por “gustos en común”, y finalmente una minoría para la cual el criterio de selección es aleatorio porque “el otro es solo una excusa”. En el primer caso la mayoria de los entrevistados concueerdan en entender a Facebook como un zapping y explican “Lo que hay en las redes antes de la acción real es mucho zapping. Vos te hacés como un repertorio de contactos a los que les mirás las fotos, y decís 'esta me gusta', 'esta masomenos' y así, vas mirando el menú, como haciendo zapping”. En el caso del acercamiento por afinidad comparan a Twitter como un bar: “ es increíblemente abierto y hay todo tipo de gente. En un bar ves una persona atractiva que está leyendo a Soriano, y ya empezás a armarte una idea y decís: bueno, yo con esta persona podría hablar. En twitter tenés la posibilidad de darle follow, entonces lo seguís. Quizás incluso twitter sea mejor que un bar porque ahí esa persona no se expresa entonces no sabés cómo piensa; en twitter sí y eso también atrae.”.

Las redes son para los hombres los nuevos facilitadores para el encuentro con mujeres. A la hora de agregar a una mujer, los hombres no agregan a cualquiera, tienen en cuenta si tienen “amigos en común” o el procedimiento es agregarlas al Facebook luego de haberlas seguido y leido en twitter. Antes de conocerla, ya saben algo de ella y eso es la clave para iniciar una conversación. En el proceso de conquista los hombres, explican, van tanteando la situación, moviéndose de acuerdo a un juego de estímulo/respuesta, como carnívoro al acecho, y para esto nos cuentan su técnica: “A mi me gusta una chica que tengo en facebook, entonces veo cómo viene la interacción si le da ´like´a cosas que posteo o si comenta. Si veo que eso pasa o si yo comento y hay buena recepción, trato de chatearle” “Yo uso las redes sociales para chamuyar, especialmente Twitter, facebook se usa como "complemento". Se empieza en twitter, mention va, mention viene, si sabés el nombre la agregás a facebook, chequeás que la foto del avatar no sea verso, y por ahí chateas, como complemento de lo que se hace por Twitter. Una cosa q hago ahora es mandar un dm por alguna pelotudez, forzar el "chat" por dm y después decir: "che, por acá es incómodo" y pasar el PIN, son estrategias claro.” “Veo como se va dando la charla, si hay buen diálogo se sigue, es divertido chatear, y veo cómo progresa. En unos días si veo que la otra persona inicia conversaciones entiendo en eso un interés que mayormente tiene el subtexto de que hay un tanteo amoroso ahí, como que todos sabemos que nos estamos tanteando pero el primero que lo dice pierde el juego. Entonces ahí la invito a salir y de ahí lo que se de.”.

No obstante, más allá del encuentro mediático inicial, es en el momento 1.0 donde uno se da cuenta si realmente tiene onda con la otra persona o no. La brecha que los separa está llena de preconceptos por los alcances y limitaciones de estos nuevos dispositivos de exhibición, que reproducen a la persona a través de la textualidad, la fotografía y el formato audiovisual. Y, con tal carta de presentación, se podría pensar que los hombres, como lo hacen las mujeres, se llenan de expectativas, pero, según lo que dicen nuestros entrevistados, no.  Sin embargo, nos cuentan que efectivamente van con una prefiguración de con quién se van a encontrar e igualmente saben que existen otras cuestiones que se les escapan a estos dispositivos en la situación de levante, puesto que no pueden reproducir la voz, el olor, las expresiones y el contacto con el cuerpo del otro. Y esto, los hombres, lo consideran esencial: “Vos tenés imágenes del otro y su palabra escrita en la que documenta su vida diaria, sus intereses, sus consumos, gustos y demás; pero hay algo fuertísimo en el encuentro cara a cara, que es la sensación de presencia del cuerpo del otro y ahí hay un factor que te rompe la cabeza porque nunca lo considerás: es el olor. No hay redes sociales del olfato, y es una variable de seducción importantísima igual que el tacto y la tridimensionalidad.” “En general la gente es más o menos parecida a la imagen que me creo en Twitter. La voz por ahí sorprende, porque es lo único que no conocés, pero me ha pasado de sentirme más atraído después de conocerla, o menos atraído.” “Uno siempre tiene la preocupación de que no sea exactamente como uno se imagina, pero en general no te llevás grandes sorpresas, y suelen ser buenas experiencias.”.

En el último capítulo del libro de Simonnet, Alice Ferney, la entrevistada dice “Uno no se acuesta como va al cine o al restaurant (...)La sexualidad jamás será trivial, y podremos alegrarnos de eso”. Algo que hoy, siguiendo los testimonios de los entrevistados, no podemos afirmar. ¿Son, entonces, las redes sociales, punto de partida de esta trivialidad? Es algo que habrá que seguir preguntándose. ¿Hasta qué punto los testimonios que hoy presentamos no están dados también bajo esa lógica de construir un yo para agradar propia del ámbito del levante? ¿O tenemos que pensar que los hombres no sufren, no especulan y no buscan una relación de pareja?■



*Parcial hecho en grupo con Laura Abeyá para Psicología y Comunicación en #FSOC

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